Abstrakt: | Como ya hemos dicho, resulta que no sólo muchos escritores hoy reivindican su
pertenencia a la tradición universal (o más bien occidentalista) y el derecho a realizar
sus propias ambiciones literarias, sino que se apresuran a desvirtuar el mismo debate
entre regionalistas o universalistas, entre escritores comprometidos o no
comprometidos. Tal debate surge si reducimos tácitamente la literatura al plano del
contenido referencial. Pero se entiende que la literatura es mucho más que eso. Mucho
más que una serie de referencias extemas, la literatura es más bien una relación entre el
mundo y la imaginación e intelecto del escritor, una relación entre la realidad y el deseo,
para retomar la feliz fórmula de Luis Cemuda. Y tal convicción se desprende, entre
otras, de las palabras de Mario Mendoza (2004: 135), que citaremos a modo de
conclusión:
Reconocemos que nuestra realidad es laberíntica, caleidoscópica, multiforme, plegable. Vamos y
venimos entre la biblioteca y la vida, entre la ensoñación y las acciones cotidianas más crudas y
violentas, entre fuerzas que buscan un centro y fuerzas que nos alejan de él. No importa si
escribimos literatura realista o fantástica, si en nuestros libros aparecen campesinos masacrados
o caravanas atravesando el Sáhara, sencillamente porque esa frontera no existe, porque esa
división se desvanece en el momento de la lectura. |